El desafío que supone la ventilación es conseguir una conciliación de la calidad del aire interior con un rendimiento energético adecuado. Así pues, a veces es el aspecto más olvidado en proyectos de reforma. Unas obras de rehabilitación deben implicar la instalación de un sistema de ventilación eficaz o la optimización del sistema ya existente. Estado de la situación sobre limi-taciones y sistemas posibles
La ausencia de ventilación en una vivienda ya existente puede tener consecuencias nefastas para la salud de los ocu-pantes, como el desarrollo de alergias y la aparición de problemas respiratorios. Además, este factor también puede com-portar problemas en el edificio, con el aumento de la condensación y la proliferación de moho. Por otro lado, también puede constituir el origen de consumos excesivos provocados por la humedad y la necesidad de renovación de aire a través de la apertura de ventanas.
Las obras de renovación deben enfocarse a reducir estas pérdidas, aportando un nivel de aislamiento térmico reforzado. De este modo, la estanqueidad del edificio se ve notablemente mejorado. Esto se consigue muy frecuentemente a través de la reforma de las antiguas ventanas del edificio, a las que se le añaden cristales dobles, de alto rendimiento a nivel cli-matización y acústica. En el caso de las habitaciones que están equipadas de un dispositivo reglamentario de ventilación, el reemplazo de las ventanas debe garantizar el cumplimiento de la regulación en cuanto a entradas de aire conformes al sistema de ventilación (autoregulable o higrorregulable, secciones...). Es muy frecuente que este factor no sea tenido en cuenta por parte de las empresas de carpintería, que, en muchos casos, no cuentan con conocimientos sobre el ámbito de la ventilación. En las habitaciones más antiguas, sin ventilación mecánica, el refuerzo de la estanqueidad del aire tiene como consecuencia la disminución del nivel de renovación de aire, puesto que, hasta el momento, se llevaba a cabo a través de la apertura de ventanas o por infiltraciones no controladas, es decir, por los pequeños defectos de estanqueidad del edificio. La calidad del aire interior, en este caso, puede verse afectada.
Una reforma es la ocasión perfecta para instalar un sistema de ventilación conforme a la normativa, que garantice una ven-tilación continua de todas las habitaciones. Si no tenemos en cuenta este aspecto, pueden aparecer nuevos condicio-nantes que contribuyan en el deterioro de la calidad del aire interior, aunque ya exista un sistema de ventilación.
Por ejemplo, si la reforma de la vivienda prevé el reemplazo de los suelos, la altura de estos últimos puede verse modifi-cada, lo que, a su vez, afectaría a la altura del detalonado en la parte inferior de las puertas que garantizaba la circulación del aire de las habitaciones para vivir donde entraría aire nuevo, a las habitaciones técnicas, adonde se extraía el aire vi-ciado. Otros defectos de este tipo pueden ser también causantes de pérdidas de carga importantes, como orificios en los conductos de ventilación existentes, tubos desencajados, o destensados. Consecuencias: el caudal de aire extraído puede resultar insuficiente. Así pues, la ventilación no será suficientemente eficaz. El diagnóstico del sistema de ventilación exis-tente constituye, pues, una primera etapa.
Si la vivienda dispone ya de un sistema de ventilación mecánica, este puede ser optimizado a través de su reemplazo por uno de mayor rendimiento, como un sistema higrorregulable, que garantizará más eficacia desde el punto de vista energé-tico: el caudal de aire se puede modular en función de la humedad exterior e interior. Si, en cambio, la vivienda no estaba equipada de sistema de ventilación, podemos optar por la instalación de un sistema de ventilación mecánica controlado, simple o de doble flujo. En el caso de los de flujo simple, la entrada de aire nuevo se realiza a través de unas aperturas en las estancias principales (comedor, habitaciones). El aire transita por los pasillos, y la extracción mecánica del aire viciado se lleva a cabo en las estancias de servicio (cocina, lavabos, aseo). La liberación de aire hacia el exterior tiene lugar a través de un cajón de extracción.
Los sistemas de doble flujo liberan el aire viciado de la misma forma que el sistema de flujo simple, pero con la diferencia de que controlan más el aire que entra, gracias a una red de conductos y entradas en las estancias donde se hace vida, a partir de una toma de aire nuevo controlado, generalmente situada en el tejado. Muy frecuentemente incluyen un inter-cambiador de calor que permite recuperar la energía del aire y transferirla al aire que entra, limitando así el consumo de calefacción y de sistemas de enfriamiento. Permiten además modular los caudales en función de las necesidades reales, lo que supone un importante ahorro energético, que puede alcanzar el 35 % en relación a los de flujo simple. L’Ademe (*) estima que un VMC de doble flujo puede recuperar alrededor de 3 500 kWh/año, en una vivienda bien aislada que solo requiera entre 8 000 y 10 000 kWh/año en calefacción*.
No obstante, un gran número de viviendas en reformas no permiten la instalación de un sistema VMC. En una casa indivi-dual ya existente, es muy difícil instalar un cajón de extracción con toda su red de conductos que comuniquen las bocas de extracción en las estancias húmedas y las estancias donde se hace vida (en el caso del doble flujo). La solución alternativa consiste en optar por un sistema descentralizado de ventilación repartida (VMR) que garantice una ventilación "general y permanente". Cada estancia de servicio debe estar equipada de un extractor llamado aireador, y cada estancia principal debe contar con entradas de aire nuevo. El aireador integra un ventilador que mantiene un depresión la estancia a tratar. Expulsa el aire viciado al exterior, a través de un conducto que desemboca en la fachada o en el techo, o directamente por un conducto que atraviesa la pared. La limpieza del aire de las estancias principales se lleva a cabo mediante un espacio creado debajo de las puertas (detalonado) o a través de las rejillas de transferencia de aire. A fin de garantizar la ventila-ción general de la vivienda, la VMR debe contar con dos aireadores como mínimo: uno en la cocina, y otro en los lavabos. Existen varios modelos diferentes de aireadores de bajo consumo y silenciosos, con acabados discretos. Además, puesto que los conductos del VMR son desmontables a fin de facilitar su limpieza, este sistema es intersante también desde el punto de vista higiénico.
« L’habitat individuel – Réussir une rénovation performante », collection Agir !, Ademe, 2012.